La fe no es solo un acto religioso por definición común.

Sino la manifestación de un acto de amor hacia uno mismo y de todo nuestro entorno.

Un sentimiento profundo de lo que representa para cada ser humano alcanzar evolución.

Aunque, por desgracia, para muchos esta evolución parezca reducirse a una simple obligación moral o ideologica, propia de unos cuantos iluminados.

Sin embargo, por el contrario, es una práctica que todos podemos ejercer genuinamente y sin la intervención o exclusión de nadie, cultivando el criterio y la autonomia, que nos hace ser libres para elegir todos los días de nuestra vida, de una manera asertiva y responsable.

Es por fortuna una de esas virtudes que merece la pena construir con sabiduría.

Manteniendo la dignidad con la cual buscamos se manifieste este sentimiento, de forma libre, abandonando con ello toda idea de carga o sacrificio.

Siendo entonces, a través de esta fe, donde podamos encontrar certeza en nuestras acciones.

Sin confundirla con una simple proyección de los deseos.

Entendiendo esta proyección como una extensión de nuestros sueños, mas no el resultado final de la consecución de los mismos.

Un primer paso necesario, pero no definitivo.

Tal vez con esta mentalidad seamos capaces de olvidar el sufrimiento que provoca el no saber o tener miedo en situaciones de incertidumbre.

Y podamos ir dejando a tras todo tipo de amargura, frustración o desesperanza.

Quitando de nosotros todo eso que vamos dejando en los demás, seamos o no conscientes de ello, a veces con sarcasmo y otras con pequeñas dosis de indiferencia.

Recordando que son momentos que suelen ser temporales, aunque duelan como eternos.

Y que siempre habrá forma de salir de ellos, siempre y cuando estamos dispuestos a darnos la oportunidad de empezar de nuevo y cambiar nuestra actitud.

Paso a paso y con la voluntad de querer ver lo que habrá detrás del horizonte, que ya se asoma y solo espera por nosotros.

Esa luz con la cual seguir iluminando nuestra vida y la de los demás que aguardan cerca.

Dedicado a todos aquellos que se han perdido en el camino, para que sepas que siempre hay alguien esperando, aunque ahora no seas consciente de ello.

Te estamos acompañando.

¡Ten fe y confía!

“Unidos para trascender”

Roxana Ortega.